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Entre las recurrentes coletillas que pueblan el mundo del fútbol, hay una que utilizan a menudo los entrenadores desdiciéndose a la etapa próximo, sino al día próximo: “No voy a musitar más de los árbitros”. Es una expresión equivalente a un “no vuelvo a succionar”. Ellos mismos saben que por supuesto volverán a musitar de los árbitros porque no hay nulo que guste más a un gachupin, y especialmente a un monitor gachupin, que musitar de los árbitros. Existe, adicionalmente, una expresión derivada del “No voy a musitar más de los árbitros” que es el “Nunca hablo de los árbitros”. Este caso suele suele ir acompañado por una conjunción adversativa: “Nunca hablo de los árbitros, pero…”. Es asegurar, nunca hablo de los árbitros, pero hoy lo haré y no para proporcionadamente.
En rueda de prensa tras la trofeo frente al Alavés y tras la injusta expulsión (a mi parecer) de Vitor Roque, Xavi Hernández dijo que él no va a musitar más de los árbitros, que solo pide ya que les dejen competir. La frase conduce a pensar que los árbitros no están dejando competir al Barca, un asunto gravísimo de ser cierto y una forma interesantísima de no musitar de ellos.
Xavi sabe, como cualquier monitor, que si poco no termina de funcionar en una mandato acogerse al comodín de la conspiración arbitral siempre resulta fructífero. Es el “por si azar” más eficaz y demócrata porque cualquier devoto te lo va a comprar. Escribo esta columna ayer de que se juegue el derbi madrileño. Es probable, porque siempre es probable, que el Verdadero Madrid resulte favorecido por el arbitraje. No importa, el resultado seguirá siendo el mismo: pase lo que pase, alentar conspiraciones seguirá siendo reconfortante; en el fútbol, como en la vida. ¿Qué podríamos acontecer hecho nosotros si el mundo está en nuestra contra, si hay fuerzas poderosas empeñadas en boicotear nuestro progreso?
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