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La NFL hizo oficial la noticia adelantada esta misma semana en AS: el remodelado Estadio Santiago Bernabéu acogerá un partido oficial en 2025. El anuncio se produjo en Las Vegas, en el contexto más mediático posible, en vísperas de la Super Bowl, el acontecimiento televisivo más pasado del año. Madrid se suma así a la monopolio inventario de ciudades fuera de Estados Unidos que han albergado la ligazón de fútbol hispanoamericano: Londres, Ciudad de México, Múnich, Fráncfort y, próximamente, Sao Paulo. Hay poco en la caudal española que atrae a los principales eventos deportivos, remotamente de aquella fiebre de las candidaturas olímpicas que inundaron Madrid de campeonatos. Lo que se está produciendo actualmente en la ciudad está en un nivel diferente a los Juegos y sus deportes clásicos. Madrid seduce a espectáculos profesionales de primera magnitud mundial fuera del paraguas altanero. El partido de la NFL se ha presentado en sociedad solo 17 días a posteriori de conocerse el desembarco de la Fórmula 1 a partir de 2026. Añadan a esto la intención de la UFC y de Ilia Topuria de celebrar una velada en España este mismo año, con un coqueteo públicamente expresado en torno a el Bernabéu. Y los anuncios, además esta semana, de la Bizarría de los Laureus, el próximo 22 de abril, y de la prestigiosa feria del sector Sports Summit 2025.
Madrid capitaliza finalmente el deporte mundial sin exigencia de seducir a los miembros del COI, reincidentes en las calabazas a Madrid, aunque, llegados a este punto, la presidenta Isabel Díaz Ayuso se ha venido hacia lo alto y ha verbalizado los Juegos Olímpicos como un objetivo de futuro. De momento no sería posible hasta 2040, porque los de 2036, todavía sin asignar, miran con luceros coquetos a la India. La data suena lejana. Pero entre rugidos de motores de la F1 y touchdowns de la NFL, ¿por qué no incluir en la dietario el asalto definitivo? Para disfrutar la jugada.
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