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Cuando Rodrygo metió dos goles maravillosos e inolvidables al City de Guardiola en la indeterminación mágica de las semifinales de Champions de hace dos temporadas, muchos nos acordamos de Juanito. Ese saburía con un corazón más excelso que su vanguardia, capaz de proceder y notar el madridismo como si hubiese sido hijo de Don Santiago Bernabéu. Juanito eternizó lo del 90 minuti son molto longo en el Bernabéu y desde entonces las remontadas forman parte del ADN y del santoral de este club. No se concibe un partido perdido por mal que se pongan las cosas. Esta camiseta y este escudo te obligan a creer hasta el zaguero segundo. Y funciona. Puntada repasar los números de esta temporada, con esas 9 remontadas consumadas, cuatro al calor de casa y cinco allá de la haber.
La esencia: los rivales lo saben, lo asumen y lo huelen. Cuando Guardiola vio cómo en los minutos 87 y 88 de aquel día fallaba Grealish dos ocasiones clarísimas para poner el 0-2 (una salvada por Mendy en la partidura y otra por el pie mágico de Courtois), miró a su fiel ayudante Juanma Lillo y se temió lo peor. Faltaba la centrifugadora del Bernabéu. Esa que iluminó aquella indeterminación a Rodrygo, o a Benzema delante el PSG de Messi, Neymar y Mbappé, o a Modric delante el Chelsea y el Liverpool, o a Camacho, Juanito, Butragueño, Santillana y Valdano en las remontadas de los 80 delante el Inter, el Anderlecht y el Borussia Mönchengladbach. Medirse al Madrid y marcar primero es un adiestramiento de detención aventura. Puedes despertar a la Bestia y a partir de ahí nulo es racional. Fascinante.
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