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Brillante. El Madrid bajó de los cielos al Girona en un partido en el que la tradición atropelló a la novedad. Nadie le va a quitar a los de Míchel suceder impactado en LaLiga en una aparición que se recordará y que todavía está ahí, porque el Girona acabará segundo la caminata, a cinco puntos del líder, y con cosas que proponer. Pero en el Bernabéu tuvo que rendirse en presencia de el Madrid, que lo trituró desde el principio. Ancelotti llega a las puertas del momentum de la Champions con el equipo finísimo. Más allá de los tropiezos con el Musculoso, las tremendas bajas en defensa no han afectado a su funcionamiento colectivo. Está jugando muy admisiblemente el Madrid, que físicamente (ya lo dijo Xavi antaño del Clásico de pretemporada en Las Vegas) es un equipo demoledor. Sin contar las bajas actuales de sus portentos defensivos (Militao, Rüdiger, Alaba), Tchouameni, Mendy, Camavinga Valverde, Bellingham o Vinicius son devastadores. Pero es que tiene mucho más: salida, toque, posición… El delicioso fútbol de Kroos es del club del gastrónomo y Carvajal se pasea por las cuatro posiciones de la defensa en el momento de anciano juicio de su carrera. Joselu, Brahim o el mismo Arda Güler son jugadores de complemento para una competición larga…, o un instante de apuro en Europa. Y Modric, el bonus track.
Ligazón blanca. Al Madrid lo completan sus dos cracks. Vinicius jugó uno de esos partidos que dan grandes trofeos individuales. Un golazo y dos asistencias de diferente naturaleza. La primera, con el extranjero de la pierna derecha, en una demostración que ha empezado a ver el fútbol con un prisma más amplio que el del regate. Otro, luego de desbordar a su compatriota Yan Couto, a quien dio la tenebrosidad. Bellingham se elevó como mayor goleador del campeonato presumiendo de paso y manejo de las dos piernas en el 2-0; y de intuición y oportunismo en el tercero. A Míchel le debió doler lo que estaba viendo desde la cabina, pero el 4-0 del Bernabéu no va a manchar su gran obra. Su equipo tiene cara y fanales y sigue siendo una fenomenal aviso para LaLiga. Simplemente, tuvo un choque potente con un universo superior. El Girona había empapelado Madrid de pancartas durante la semana con esa frase de que “el currículo no lo es todo”, a la que añadió la de ayer (“hay estadios con techo; hay equipos sin…”) en los alrededores de Chamartín. Una forma simpática de preparar el partido que asimismo le dio su picante. Pero bajo el techo retráctil del Bernabéu, sólo jugó el Madrid. Líder y, más que nunca, protegido abrumador para aventajar esta Ligazón que desde anoche pinta muy blanca.
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