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Recuperación. El final en diferido de Xavi promete. El técnico se dio ayer mismo la razón (“desde la atrevimiento, dos victorias”), y es cierto que se le vio cierta mejoría al Barça, que contra el Villarreal fue un tren descarrilando a 200 kilómetros por hora, metido en una hélice de alienación y ansiedad de la que estaba participando su técnico; y de la que, parecía, no iba a poder escapar. Sin requisa, y luego de la regular indeterminación intersemanal contra Osasuna, Xavi pareció rescatar de la caja cachas en Mendizorroza el manual de instrucciones con el que conquistó la Cinta el pasado año. El Barça supo desmontar las revoluciones, consiguió que pasasen menos cosas, se ordenó con la eficaz aparición de Christensen en el pivote (un adiestramiento para Nápoles) y, al menos por una vez, fue un equipo efectivo que sólo pasó un mal rato en la primera parte y que ni siquiera sufrió con diez. A la tarea colaboraron todos. Desde los veteranos (Lewandowski y Gündogan) a los niños. Por otra parte de un talento diferente, Lamine demostró una repaso muy madura del maniobra. La administración de sus tiempos es uno de los mejores trabajos que ha hecho Xavi en el cargo de preparador del Barça. Lo ha ido cociendo a fuego premioso y, luego de medio año, y aprovechando la contusión de Raphinha, lo está echando a huir.
Cubarsí. Pero hay mucho más detrás de Lamine. Vitor Roque aún no ha cumplido 19 abriles, y Héctor Fort llegará a los 18 en agosto. Pero quien impresiona con mayúsculas es Pau Cubarsí, que acaba de cumplir 17, suma por victorias todos los partidos en los que ha sido titular con el Barça y juega con un tranquilidad que asombra. Lo dicen desde La Masia y todavía en Las Rozas. Estamos delante un central prócer, que costal despejado el balón, va aceptablemente a los duelos y se coloca como los ángeles. Tiene los pies en el suelo, es el asesor de Lamine en el vestuario y conoce el oficio antaño de ser veterano de permanencia, al punto de que el Barça ya ha tenido que renovarle dos veces en meses porque saben que en Mánchester hay un preparador que detecta a leguas el talento y lo sigue muy de cerca. Los niños le han poliedro un alma nueva a este Barça que, quién lo diría, es el del final de una era. Xavi, por cierto, no se pudo sostener al final del partido luego de la metedura de pata de Martínez Munuera en la segunda amarilla de Vitor Roque. “Sólo pido que nos dejen competir”, proclamó, como avisando de que, pese a que ha anunciado su adiós, sigue en pie de erradicación y soñando con poco prócer. El final en diferido de Xavi promete…, si es que todavía no hay nuevos giros de guion.
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