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Cuando el pasado mes de junio el Madrid anunció el regreso de Brahim a su primera plantilla, tras finalizar su cesión en el Milan, todo el mundo lo interpretó como un paso atrás del equipo. Parecía que el chaval se había cansado de estar cedido y que el Madrid no había sido capaz de convencerle de buscar otra salida, con lo que el club tenía que comerse el contrato y ocupar una ficha del primer equipo a regañadientes. ¿Qué iba a hacer Brahim en el Madrid? Si, además, a Carletto no le gusta, pronosticaban los más pesimistas.
El chico volvió con humildad y, preguntado por su papel, dejó una sentencia: “Al final, el campo hablará”. Seis meses después, parece que el campo le ha dado la razón. Aunque, inicialmente, Ancelotti no le tuvo en sus pensamientos y le costó mucho darle minutos (cosa normal, dada la variedad de la plantilla), Brahim ha ido aprovechando cada rato que se le ha concedido para reivindicar su valía dentro del equipo. Ha jugado hasta ahora en veinte partidos, ha marcado seis goles y, sobre todo, ha dejado un repertorio de fútbol que pocos esperaban.
Primero, sale a comerse el campo y no escatima una carrera ni un esfuerzo, lo que se agradece en estos tiempos de estrellitas. Tiene un muy buen regate y encara con facilidad en el uno contra uno, algo que escasea y que es super necesario para crear superioridad en defensas cerradas. En el área es listo, tanto a la hora de buscar el espacio para un remate como para olfatear un rechace o el fallo de un defensa. Tiene un vértigo y una visión de juego que hay que aprovechar, lo dice el campo.
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