[ad_1]
Sierra Leona y los demás países vecinos de África occidental están sufriendo los estragos de una nueva droga indicación kush, responsable de la homicidio de docenas de consumidores cada semana y de la hospitalización de otros miles.
Esta droga induce a sus consumidores, por lo caudillo varones de 18 a 25 años, a la somnolencia mientras están caminando, a que se tropiecen, a que se abran la inicio contra superficies sólidas y a que se lancen al tráfico en circulación.
Este kush no debería confundirse con la droga homónima que se consume en los Estados Unidos, compuesta de una “mezcla de químicos, cada cual diferente según el día”, que se añade a una materia vegetal y que se fuma.
El kush de Sierra Leona es asaz diferente: se comercio de un preparado de cánnabis, fentanilo, tramadol, formaldehído y, según algunos, huesos humanos pulverizados.
Las pandillas locales se encargan de mezclar estos productos, que se importan desde el foráneo y que se consiguen, sin ningún problema, a través de internet y de las comunicaciones digitales.
Si adecuadamente el cánnabis se cultiva en grandes extensiones en Sierra Leona, el fentanilo proviene, según se cree, de laboratorios clandestinos chinos, donde la droga se fabrica ilegalmente y desde donde se exporta seguidamente a África occidental. El tramadol tiene un origen similar: laboratorios ilegales a lo extenso del continente oriental. Por su parte, parece que el formaldehído, que puede producir alucinaciones, incluso está presente en este preparado.
En cuanto a los huesos humanos molidos, no hay conclusiones claras de si se encuentran en la droga o no, de dónde vendrían y de por qué se mezclarían con los demás componentes. Algunos dicen que son los saqueadores de tumbas los que los suministran, pero no hay pruebas fehacientes que lo demuestren.
¿Para qué servirían los huesos molidos? Algunos sugieren que el contenido en azufre de los huesos puede producir un colocón. Otra excusa de su uso sería por los restos de narcóticos que contendrían, si el fallecido era consumidor de fentanilo o tramadol.
Sea como sea, uno y otro casos son inviables. Por una parte, los niveles de azufre en los huesos son poco significativos; adicionalmente, fumar azufre conllevaría la producción e inhalación de dióxido de azufre, en extremo tóxico. Por otro banda, cualquier resto de narcótico en los huesos es ínfimo como para poder causar género fisiológicos.
¿Dónde circula esta droga?
Hay indicios de que la droga se encuentra en Guinea y en Liberia, países que comparten fronteras terrestres porosas con Sierra Leona, lo que favorece el tráfico de narcóticos.
Cada porro de kush cuesta cinco leones (cerca de 20 céntimos de libra o de euro), y pueden fumarlo entre dos o tres personas, llegando a consumir hasta 40 cigarrillos al día. Estas cifras representan un compra desorbitado en drogas e ilustra la naturaleza adictiva del narcótico, en un país en el que el ingreso anual per cápita es de cerca de 500 libras (aproximadamente 600 euros).
Los género de la droga varían y dependen del consumidor y del contenido. El cánnabis provoca una gran variedad de género, como exaltación, laxitud o inquietud de la percepción.
El fentanilo, un opioide extremadamente potente, causa exaltación y confusión, así como somnolencia y otros muchos género secundarios. En esa misma cadeneta, el tramadol, incluso un opioide, pero menos potente que el fentanilo (100 mg de tramadol tienen el mismo meta que 10 mg de hipnótico), induce a los consumidores un estado de somnolencia y atontamiento, de modo que los desconecta de su entorno.
La droga es doblemente peligrosa: por un banda, por el aventura de autolesión por parte del consumidor; y, por el otro, por el carácter activo de la propia sustancia. Otro problema es la falta de financiar la subsiguiente dosis, que suele conseguirse a través de la prostitución o de actividades delictivas.
Una sustancia más internamente del mundo de las polidrogas
El kush es un ejemplo más de combinados de drogas de los que los científicos forenses son cada vez más conscientes. Otro es el nyaope, o whoonga, una droga consumida en Sudáfrica a colchoneta de tabaco y cánnabis, a los que se les añade heroína y medicamentos antirretrovirales para tratar el sida, algunos de los cuales producen alucinaciones.
Otra polidroga, la white pipe o pipa blanca, es un combinado de metacualona (mandrax), cánnabis y tabaco, y se fuma en los países del sur del continente.
Estas drogas son baratas y sirven para divertirse de la errata de oportunidades laborales, de la dureza de la vida en la pobreza, de los abusos sexuales y físicos y del meta, en algunos casos, de poseer sido un párvulo soldado, fundamentalmente en el oeste del continente.
¿Cuáles son las posibles soluciones?
La eficiencia de la estatuto es, en sí misma, cuestionable, y muchos de los que acuden a los escasos centros de rehabilitación se vuelven a enganchar. Posiblemente, lo que se requiera sea un sistema de sanidad forense integrado en el que el control normativo se acompañe de centros de rehabilitación debidamente equipados y de programas de sanidad pública y empleo. Queda por descubrir qué cambios se adoptarán para dar respuesta a esta afluencia.
Este artículo ha sido traducido con la colaboración de Casa África. Traducción: Eduard Futuro.
Michael Cole, Professor of Forensic Science, Anglia Ruskin University
Más telediario de sociedad
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
[ad_2]
Source link