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Rodrygo llegó un año a posteriori que Vinicius al Madrid y eso hace que muchos le vean como si fuera un actor secundario adentro de esa irrupción explosiva de Vini, que le ha metido de empachado en el star system del fútbol mundial. Pero Rodrygo, como si fuera una hormiguita, ha ido labrando un prestigio futbolístico indiscutible gracias a una inteligencia táctica que supo valorar en su momento Zidane y ahora, sobre todo, Ancelotti, y una facilidad significativa para meter goles en los días efectivamente importantes. De hecho, para la memoria del madridismo militante quedará siempre lámina en humanidades de oro su doblete al City de Guardiola que permitió aclarar la Puerta del Príncipe de la 14.
Rodry no es un killer del gol, pero tiene una buena efectividad cuando su posición le permite juguetear más cerca del campo de acción. Regalado que hoy en el Estadio de Gran Canaria no podrá estar Bellingham por condena, eso le permitirá al condición de Osasco pisar más los terrenos cercanos a Valles y poner a prueba esa diplomacia en la definición que le han convertido en un realizador más que trascendente. De hecho, está a un solo gol de cantar los 50 con el Auténtico Madrid, por lo que no me extrañaría que hoy mismo disfrute con esa simbólica conmemoración. A sus 23 primaveras está a solo cinco partidos de los 200 con el Madrid, club del que está enamorado desde criatura. Rodrygo es un brasileño ejemplar. Bueno para el Madrid.
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