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En mayo de 2009, con todavía 24 abriles de etapa, LeBron James ganaba su primer MVP de la NBA. Ya había jugado unas finales, ya había conseguido el mejor récord del Este y asimismo el premio al mejor ludópata de la temporada regular. Aquel año, todavía en su primera etapa en Cleveland, promedió 28,4 puntos con 7,6 rebotes y 7,2 asistencias, adicionalmente de 1,7 robos y 1,1 tapones, tirando un 48,9% de campo y 34,4% desde el triple. Era, con permiso de Kobe Bryant y muy pocos elegidos más, el mejor ludópata del planeta, una marbete por la que ha peleado más de una término. Pero 15 abriles más tarde, a fracción de la temporada 2024 y con 39 abriles, los números de LeBron son casi iguales.
James, en su sexta temporada en Los Angeles, está promediando más asistencias, rebotes defensivos y tirando muchísimo mejor que el año de su primer MVP. En los primeros 39 partidos de la campaña, James está en 24.7 puntos, 7,5 pases de canasta y 7,3 rebotes, con 1,4 robos de balón y 0,6 tapones, trabajo que le deja a Anthony Davis. Y sobre todo, lo hace con unos porcentajes muchísimo mejores que Cleveland: 52% en tiros de campo, rozando el 40% en el triple que solo ha rematado una vez en su carrera y un tiro eficaz del 58%, el sexto mejor de sus 21 temporadas NBA. La de 2024 es una lectura nueva, actualizada al contexto y a sus pocas limitaciones, pero todavía eficaz.
Porque LeBron es, sin ninguna duda, de los jugadores que más y mejor se ha adaptado al contexto. A lo que necesitaba en cada momento su equipo y su preparador para ingresar. Su lectura en Cleveland era la más pura de todas, con un físico colosal donde el talento era solo una parte más de la ecuación, pero su cuerpo marcaba la maduro diferencia. Fue en Miami, a partir de 2010, cuando empezó a encontrar el balanceo consumado entre sus tres mejores herramientas: físico, talento e inteligencia en la pista. A la que pudo optimizarlo, enlazó ocho finales consecutivas de la NBA y su mejor lectura como ludópata de baloncesto, desde 2012 hasta fracción de 2014. LeBron era imparable.
Ahora, en Los Angeles, LeBron es un ludópata diferente porque la NBA es una lazo diferente. Cuando James debutó en la NBA, hace 21 abriles, el promedio de triples intentados por equipo eran 14,9 y solo seis equipos metían más de seis por partido. Esta temporada el promedio de triples anotados es 13, y hay 17 jugadores que meten más de tres por oscuridad, con Steph Curry lanzando 11,4. Y LeBron, como el sistema eficaz de un ordenador, se ha actualizado. Hasta su mudanza a los Lakers, solo dos veces en su carrera había superado los cinco triples intentados por partido (5,1 en 2010 y 5 en 2018). Desde 2019 no ha bajado de 5,4, los que está probando este año. Y ha metido dos por partido cada temporada.
En sus últimos abriles ha sido más director y dinamo que el principal finalizador de su equipo. La presentación de Anthony Davis a los Lakers en 2019 le dio alas al plan para hurtar el anillo y sacar una lectura del Rey capaz de liderar la lazo en asistencias, con 10,2. Siempre hay una guisa más de poder seguir ganando, una actualizada a las micción de la situación.
Esta semana ESPN publicaba el final récord de LeBron James. En toda su carrera, contando temporada regular y playoff, James ha jugado contra el 35% de los jugadores que han pasado por la NBA en toda su historia. Desde 1946, cuando se fundó bajo el nombre BAA hasta 2024. Por la competición han pasado más de 4500 jugadores y James se ha enfrentado a 1669, uno más de los que vio Vince Carter como rival. El final fue el novato de los Mavericks Olivier-Maxence Prosper. Su perdurabilidad sigue siendo incomparable, pero incluso tras casi 1700 rivales y 1800 partidos, sigue tan vivo como el primer día. Simplemente actualizado.
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