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Entrenamiento de principios de semana en la ciudad deportiva del Sevilla. Uno de los recién llegados al equipo, en una de sus primeras acciones, tira un caño y se pone a reír. La espectáculo no dio casi ni para reproche. Algunos veteranos se miraron y lo comentaron a posteriori. “Estamos nosotros para tonterías”. La influencia no pasa de chascarrillo, pero, en ocasiones, estas pintan situaciones mejor que el disección más sesudo.
Los fichajes, todos jóvenes y extranjeros, poco a poco se irán dando cuenta de dónde han aterrizado: enun club en una tormenta constante, en la que navegan boqueando el club y el equipo, precisamente el emplazamiento donde lo más apropiado para un recién llegado no es tirar un caño y tratar de suscitar cachondeo, porque en el horno no entra ni un aplastamiento.
Habrá quien vea la situación contraria, que precisamente lo que necesita el vestuario y el equipo es descaro y desenfado, jugadores que no sean plenamente conscientes de la mochila que lleva enfundarse ahora la blanca sevillista, que jueguen ajenos al clima de crispación. No es el notar de los pesos pesados del vestuario. En cualquier caso, la situación económica es la que es y el margen de Victor Orta mínimo, por eso los refuerzos hasta ahora son veinteañeros y foráneos, más puesta de medio que de corto plazo. Hannibal Mejbri (21) y Lucién Agoumé (21) más Stanis Idumbo Muzambo (18) y Mateo Mejía (20), uno y otro con ficha del filial, a los que se unen el ascenso de Isaac Romero (23), que este sí sabe dónde está porque es canterano y ya va dando resultados con su doblete copero.
La semana en Nervión se suavizó con el brillante pase a cuartos tras la victoria en Getafe el martes, pero el zapato aprieta en LaLiga, donde afrontan la marcha un punto por encima del descenso y visitando al líder, el Girona, en Montilivi. Y el jueves, al Metropolitano a jugarse la vida en Copa.
El plan de Nacho
Hay quien le ha seguido llamando ‘capi’ desde que subió al primer equipo del Existente Madrid, en la 12-13, un pie con Mourinho y el otro en el Castilla, cuando todavía tenía acné y vestía el dorsal 27. Porque siempre lo fue en inferiores y lo ha llevado interiormente toda la vida. Hasta que en esta temporada, la 12º en el Existente, el anciano de los Fernández, 33 velas recién sopladas, por fin porta el brazalete de capitán del club de su vida.
Muy antes queda cuando Nacho saltó al primer equipo a posteriori de subir con el Castilla a Segunda. El club y Mou decidieron que él y Morata compaginaran hacia lo alto con el filial en la por entonces Agrupación Delante. Temporada de cocción, pero muy difícil para él, en el medio del fuego cruzado entre Mourinho y Toril, porque el portugués quería que jugara de contiguo y en el filial actuaba de central. Vivencias pasadas para quien ahora, más allá de la derrota en el derbi, abriendo un poco el plano, vive seguramente su mejor momento como tahúr del Madrid.
Si la osadía de seguir o no la pasada temporada se dilató hasta el mes de junio, no parece que en la contemporáneo haya que esperar tanto. Ser capitán es un plus de peso para prolongar otro año su -digámoslo ya- legendaria carrera en el Existente Madrid. El propio Nacho confirmó que tiene el contrato sobre la mesa para renovar automáticamente cuando él quiera. Si perfectamente su modus operandi siempre ha sido el de sentarse con el club para valorar mutuamente su futuro tras cada temporada, el transcurrir del curso va por la senda de que habrá Nacho al menos hasta 2025.
Ya se sabe que las renovaciones en el Madrid cuando se supera la treintena son año a año, pero Nacho tiene en la mano ser el jugador con más títulos de la historia del club, un hito que le emparenta con futbolistas del peso de Gento, al que ya ha superado (24 del capitán, 23 de Don Paco). Está empatado con Modric, cuyo futuro de blanco no pinta más allá de 2024, y a uno de Marcelo y Benzema. Las cuentas son fáciles. Mal se le tiene que dar al Madrid para que Nacho no supere esa barrera en temporada y media.
La retirada queda allí. Los jugadores dilatan cada vez más sus carreras porque la propuesta para perfiles como el suyo se ha disparado en los últimos primaveras, tanto al oeste con la MLS como al este en Oriente Medio. Pero si Nacho decide retirarse en el Madrid, será un one club man impoluto, desde alevines de blanco, caso parecido al de Sanchís. ¿Y luego? Ya se ha sacado los tres niveles de monitor a error de las prácticas del postrer curso. Es pronto para proponer si será monitor, pero no para sostener que le supondría una ilusión tremenda colgar las botas a la vez que el 6 del Madrid y automáticamente ingresar en la disciplina del club. El coeficiente casero, con cuatro hijos, y sus inversiones, entre las cuales está una manada contiguo con el torero Alejandro Talavante, asimismo juegan a atención de no moverse de la haber.
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