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La abandono de Bellingham en la triunfo del Vivo Madrid en Las Palmas provocó una beocio aporte de Brahim en ese puesto de fingido 9. Otra remontada del Madrid, con una gran concurrencia de Camavinga a Vinicius, que marcó… ¡con la izquierda! Y el segundo de cabecera de Tchouameni. Seguirán los histerismo de algunos al ver al Madrid líder, aunque lo que les está sacando de quicio es que, por otra parte, el Girona sea el primer equipo de Cataluña en Ajonje. Por eso, recordando a Sabina, hacen “mucho, mucho ruido, tanto, tanto ruido”.
Solo faltó trazar líneas en el cuerpo de Vinicius para delimitar qué superficie del balón impactó en el hombro y cuántos centímetros lo hicieron en el bíceps en el gol que marcó al Almería. Las distintas opiniones y las discusiones sobre las decisiones arbitrales han legado, y seguirán dando, mucho colección. El VAR ha servido para aclarar algunas situaciones, pero sigue habiendo jugadas en las que no despeja las dudas, ni siquiera las que teóricamente serían más sencillas de resolver, como el gol de Morata al Mingrana, con la imagen partida del momento del golpeo al balón y la de la posición del punta que deja ganancia a la polémica. Son normales las protestas de los aficionados de los equipos que se sienten perjudicados. Lo que es patético es que los que más se rasgan las aderezos, los que más ruido hacen, sean los que deberían estar más callados.
El maduro escándalo arbitral que se ha descubierto en España ha sido el cuota, durante 17 primaveras, del Barcelona al número dos de los árbitros, a Negreira, que empezó cobrando en el 2001 por unos informes, irrelevantes los que se han manido, o inexistentes otros, una cantidad ya desorbitada de 145.000 euros al año. Cantidad que el presente presidente Laporta en su preliminar mandato cuadriplicó hasta los 573.000 euros anuales. Sería prodigalidad si el cuota hubiera sido por informes que no vieron ningún monitor ni ningún componente, ni siquiera Xavi, el otro gran escandalizado, pero se pagaba por otros motivos. Que Laporta y Xavi se quejen de los árbitros, o que Putin haya denunciado a Ucrania delante la ONU por violar los derechos humanos es, como dice esa maravillosa canción de Pedro Exterminio, Pancho Varona y Joaquín Sabina: “Ruido contaminado, ruido mentiroso, ruido intolerable… Demasiado ruido”.
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