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Punto a punto, Rafael Nadal ha construido un cesión en el tenis inabarcable. Casi irrealizable de resumir. No en vano, se comercio de una de las trayectorias más destacadas en la historia del deporte. Tanto por lo exitoso de la misma como por su duración o el nivel de las rivalidades que la han conformado. Más de dos décadas en el circuito profesional, 22 trofeos Grand Slam, dos oros olímpicos, cinco Copas Davis… De guisa prácticamente general es considerado el mejor deportista castellano de la historia, así como uno de los mejores que en la vida han empuñado una pala.
Tantos abriles en la élite más absoluta han dejado infinidad de momentos para el reminiscencia. Muy diferentes entre sí. Son muchos y muy diferentes los Rafa que hemos podido disfrutar jugando al tenis. Desde el adolescente desmelenado que no daba una bulo por perdida al deportista formado que escanea a su oponente y le castigaba su punto débil una y otra vez con precisión. Una crecimiento constante hasta conquistar dominar todas las superficies y estilos de coyuntura que se ve reflejada en los mejores puntos de su carrera.
Roma 2005: la símbolo del primer Rafa Nadal
Cuando pensamos en los mejores puntos de Rafael Nadal, es ineludible dibujar la imagen de un deportista corriendo de costado a costado de la pista. Devolviendo cada bulo para desesperación del rival. Probablemente, terminando el rally con un tiro irrealizable, golpeando la bulo en una posición anatómicamente inviable y que encuentra un ángulo inimaginable. En resumidas cuentas, imaginamos el punto que realizó en los cuartos de final de Roma 2005 contra Radek Stepanek.
La abyección lo tiene todo. La tierra reconocimiento como superficie. Los piratas y camiseta de tirantes como look más icónico del deportista. Las devoluciones ridículas ya desde el resto. El ángulo irrealizable pegándole de espaldas levantando la bulo prácticamente del suelo en su final tiro. La exasperación de su rival como resultado. Nadal ganó aquel partido por 5-7, 6-1, 6-1 y asimismo ganó el torneo. Encima, fue la previa a su primer Roland Garros. La inscripción del balear comenzaba a escribirse, y con puntos así obtuvo la atención de todo el mundo.
Miami 2007: Del Potro solo puede aplaudir a Nadal
Juan Martín del Potro es uno de los grandes what if en la historia del tenis. El argentino tenía todas las herramientas para plantar batalla a los grandes tenistas de su era. Lamentablemente, la vitalidad no le acompañó y las lesiones marcaron las que pudieron ser una trayectoria para la historia. No obstante, el argentino se retiró con un Grand Slam en su palmarés, el US Open de 2009. Mucho más de lo que la gran mayoría de tenistas pueden afirmar. Durante su mejor momento, Delpo protagonizó una intensa rivalidad con Nadal. En uno de sus encuentros, el castellano dejó uno de sus mejores puntos.
Sucedió en los octavos de final del Masters de Miami de 2007. El castellano dominó el concurrencia de principio a fin, apuntándose la trofeo por 6-0, 6-4. Encima, dejó para el reminiscencia un passing shot de revés frente a el que el su rival no pudo hacer otra cosa que aplaudir. A posteriori de dominar el punto, con Del Potro corriendo de izquierda a derecha de la pista, el argentino subió a la red, dejando descubierto uno de sus flancos. Nadal lo vio y, con un moradura casi instintivo, envió un paralelo que fue muy acullá de la pala de su rival.
Montecarlo 2009: Djokovic termina arrodillado frente a Nadal
A pesar de que su relación con Roger Federer fuese peculiar a varios niveles, el gran rival histórico de Nadal es Novak Djokovic. Por ello quizá, un puntazo contra él nunca puede ser uno más. En la final del Masters de Montecarlo 2009, por otra parte, rubricó una abyección que no tiene falta que ver con la idea arquetípica que todos tenemos del deportista balear. De hecho, Nadal lleva la iniciativa de todo el punto, realizando el tirada y jugando al ataque durante un larguísimo intercambio de golpes. Sin requisa, si por poco destaca la acto es por ilustrar el excelente coyuntura de red que posee el de Manacor.
Primero es Djokovic el que devuelve la bulo pegado a la divisoria. Como tantas veces, un moradura que en otras circunstancias habría sido un punto seguro. Sin requisa, en ese momento aparece Nadal deslizando sobre tierra reconocimiento como solo él sabe hacer. No solo eso. Con un moradura de muñeca, envía la pelota acullá del repercusión de su mayor rival. La imagen de Nole arrodillado es tremendamente poderosa. El castellano se llevó la final por 6-3, 2-6, 6-1, proclamándose campeón del torneo.
Madrid 2011: un tweener irrealizable frente a Djokovic
La cantidad de batallas épicas libradas entre Nadal y Djokovic da para muchos puntos para el reminiscencia. Si por otra parte este se produce en la final del Masters de Madrid, con el divulgado claramente volcado con su héroe locorregional, la cosa luce mucho más. Servía Nole, que comenzó mandando en el punto. A posteriori de unos cuantos derechazos para cocinar la abyección, el castellano subió a la red, lo que fue utilizado por su rival para contraatacar con un aeronave. Primero, el castellano intentó alcanzar la bulo por stop, pero no pudo. Pero claro, Nadal nunca se rinde y persiguió el objeto amarillo hasta conectar un tweener antológico que fue directo a la hilera de fondo.
Aquel punto fue increíble. Sin requisa, no fue suficiente para que el castellano ganase el partido. La temporada 2011 fue la de la gran arranque de Djokovic en el circuito ATP. El serbio ganó el Open de Australia, Wimbledon y el US Open. No solo eso, derrotó a Nadal en hasta seis finales: Indian Wells, Miami, Roma, Wimbledon y US Open. Encima de la de Madrid, claro. Aquella en la Caja Mágica fue por otra parte la primera trofeo del tenista de Belgrado sobre el balear en tierra reconocimiento. El manifestación del camino del Djoker hasta ser considerado el mejor de la historia.
Montecarlo 2017: Schwartzman mengua los brazos frente a Nadal
En el repertorio de trucos de Nadal, los tiros improbables tienen un apartado destacado. De todos, quizá el más impresionante sea el derechazo que conectó contra Diego Schwartzman en los cuartos de final del Masters de Montecarlo en 2017. Sobre todo, por lo inesperado del moradura. Una vez más, en tierra reconocimiento y con su rival sirviendo, el castellano se defendía como podía. Todo iba admisiblemente para el argentino, que en tres golpes parecía poseer cocinado el punto para ejecutar el winner. De hecho, su moradura cruzado fue tremendamente preciso. Contra otro oponente, un punto seguro.
Sin requisa, en frente estaba Nadal. El balear apareció al fondo de la pista, prácticamente yuxtapuesto al cronómetro, para devolver una bulo más. Lo hizo, por otra parte, inventándose una trayectoria solo anticipada por él. Con un derechazo al margen, golpeó la pelota y la envió de nuevo a la pista. Concretamente, a la hilera de fondo del Peque, que atónito solo podía descender los brazos en señal clara de derrota. Nadal se llevó el partido por 4-6, 4-6 y acabó ganando el torneo.
US Open 2019: Nadal la manda por fuera de la red
Si admisiblemente es cierto que Nadal ha ido evolucionando en su coyuntura, sobre todo a raíz de cambiar de monitor en 2018, los trucos de hechizo siempre han sido una constante en su repertorio. Así lo demuestra el tiro por fuera de la red que logró contra Martin Cilic en los octavos de final del US Open de 2019. Lo consiguió, por otra parte, a posteriori de casi tres horas de partido, lo cual no solo posee más mérito, sino que seguramente sea un flecha en la confianza del rival, quien asiste atónito al show del mallorquín, capaz de ir de costado a costado sin mostrar signos de agotamiento.
Nadal comienza al tirada aunque, gracias a un gran resto, es Cilic quien toma el control del punto. Primero, con un derechazo, hace que el castellano vaya a su derecha, achicando agua con un revés al margen. Luego, el croata manda una bulo cruzada que podría poseer significado un punto. Pero Nadal llegó, claro. No solo eso, en un escorzo devolvió la bulo, que pasó por el limítrofe de la red antiguamente de regresar a la pista. La celebración de Nadal en la pista lo dice todo. La realización se centra en las gradas, donde los espectadores asisten atónitos frente a lo que acaban de presenciar. Los abriles pasan, pero la hechizo sigue presente.
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