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Qué espectáculo. En los alrededores del Bernabéu vi antaño del partido a muchos aficionados buscando desesperados una entrada al precio que fuera. 1.500, 2.000, 2.500 euros… Una psicosis. El fútbol se ha convertido en un producto de suntuosidad, pero en un Madrid-City debo decirles que no me parece exagerado que el personal tire de la hucha del cerdito para no perderse equiparable espectáculo. 3-3, golazos de todos los colores, idas y vueltas en un altercado imprudente que disfrutó a la valor de un Bernabéu mágico que fue el mejor deportista número 12 que yo recuerde. La amor estuvo a la valor y se volcó con los hombres de Ancelotti como nunca lo habían hecho. Recepción cruel en Sagrados Corazones, tifo maravilloso y toda la tribuna engalanada de blanco. Y pese al sin fuste gol original encajado, la hinchada levantó de la toldo a sus héroes hasta poblar unos minutos maravillosos que nos trasladaron a la increíble remontada de hace dos primaveras. El Madrid tuvo perdido el partido dos veces y manada asimismo. El City lo tuvo manada dos veces y lo acabó empatando a posteriori de haberse pasado contra las cuerdas. Una regocijo de fútbol. Digno de los dos mejores equipos de Europa. Sin discusión.
Tchouameni, mal. El peor de los escenarios imaginables cuando todavía quedaban cartulinas del tifo sin quitar. Una desliz de Tchouameni que le costó una maleable que le limpia de la revés en Mánchester y gol sin fuste de Bernardo Silva al utilizar una ‘unibarrera’ que era una invitación al desastre. Cualquier otro equipo del mundo sufre un shock de ese calibre frente a el válido campeón de Europa y entrega las armas. Pero el Madrid es una ruleta rusa maravillosa. Con Rodrygo haciendo diabluras en su perfil predilecto y Vini jugando de traidor 9 (una buena vileza de Ancelotti que sorprendió a Guardiola), Akanji sufrió y el Madrid encontró petróleo. Primero el gran Eduardo (Camavinga) abrió la chapa de la esperanza con un gol afortunado que premió su valentía por chutar. Y cuando la familia tomaba respiro tras el susto original llegó Vini, haciendo de Kroos, para habilitar a Rodrygo con una contra mortífera que aprovechó el ‘10′ de Brasil para poner el 2-1 y retornar a recapacitar que Rodry es la pesadilla de Guardiola y sus chicos. Con 2-1 el Bernabéu y activó el ‘modo psicosis’ y se sucedieron las llegadas en velocidad que no acabaron en un 3-1 mortal porque Vinicius y Rodrygo no tuvieron la puntería más fina. Pero a fútbol puro, el Madrid fue mejor.
Paradoja. Es extraño que un equipo tan combinativo y cualificado como el City sólo viese puerta con tres chutazos desde la distancia. Nadie de sus tres goles llegó en jugarreta internamente del dominio. Eso debe servir de educación para un Madrid que quizás creía que Grealish, Bernardo Silva y Foden iban a hacerles más daño por internamente. Una pena que los chicos de la 14 no descifrasen que al City se le podía tumbar en una incertidumbre en la que mostraron sus costuras sin disimulos, incluida la significativa partida de De Bruyne.
Sin miedo al Etihad. Ya sé que ahora es más predilecto todavía el City (aunque el golazo de Valverde refleja que este equipo nones se rinde), pero hay que ir al Etihad con el espíritu de Rüdiger, que volvió a comerse a Haaland hasta convertirlo en un tronco a la deriva. Lleva 270 minutos seguidos sin marcar al Madrid. Que siga así el noruego hasta a posteriori del día 17. Como ya no valen doble los goles fuera, que nadie dé por muerto al Existente Madrid. Esto es la Champions. Nuestro región…
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