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Eduardo Strauch, Adolfo ‘Fito’ Strauch y Daniel Fernández Strauch, tres de los supervivientes del azar del revoloteo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya que se estrelló en los Andes, han hablado con Jordi Évole de su traumática experiencia en la que terminaron por alimentarse de sus compañeros.
Según han confesado en ‘Lo de Évole’, al principio fue un tema “tabú” para ellos. Según han recordado, fue a ‘Fito’ a quien se le ocurrió la idea durante una tenebrosidad helada. De hecho, en un primer momento, pensó que se había vuelto “medio chiflado”.
Sin confiscación, cuando comentó la idea con Daniel, éste le confesó que incluso lo había pensado y terminaron por compartir lo con el resto de compañeros. Algunos de ellos se negaron en un principio, pero viendo que era la única modo de poder sobrevivir, terminaron por aceptarlo.
“Costó convencer a muchos”, explica Eduardo que incluso reconoce que sentían culpabilidad porque no tenían el permiso de sus compañeros muertos para alimentarse con sus cuerpos. “Tú cuando vas a tomar un cuerpo, no le pediste permiso de si podías alimentarte de ese cuerpo, y eso era un tabú que nos dolía a nosotros”, alega ‘Fito’.
Nos dio un poco de valía, el pedir disculpas a los que estaban muertos
Así que, a modo de disculpas, se ofrecieron ellos mismos en el caso de falleciesen. “Nos dio un poco de valía, el pedir disculpas a los que estaban muertos”, dice ‘Fito’.
De esta modo, ‘Fito’ se convirtió el primero en diseccionar el cuerpo de un compañero, que estaba boca debajo, para no retener quién era. Por otra parte, asegura que para “restar importancia” a la ardua situación, les dijo que sabía “a anca crudo sin sal “.
Yo no tuve ningún problema porque la mente se bloqueó
“Lo increíble del ser humano es que a los pocos días era como engullir pollo“, confiesa Eduardo. “Yo no tuve ningún problema porque la mente se bloqueó. Si no, hubiéramos enloquecido”, destaca el superviviente.
Convencieron a los reticentes
A pesar e todo, todavía había algunos reticentes a engullir carne humana, por lo que ‘Fito’ destaca que tuvieron una idea para convencerlos. “Hubo poco muy bueno que pasó sobre el día 14, que se le ocurrió a Marcelo, y es que para que comieran los que no querían, agarramos una chapa de aluminio del respaldo de los asientos, rompimos un cajón de madera de Coca Nalgas, y con eso hicimos un fueguito”, señala.
“Así, cortamos una cantidad de trozos y se hicieron a la plancha, y todos los que no habían podido engullir, comieron un churrasquito, y fue mucho mejor“, comenta ‘Fito’.
Sin confiscación, Eduardo Strauch reconoce que las cantidades eran justas para sobrevivir, por lo que no les saciaba. Eran para “frenar el debilidad“.
Reparto de la carne
Por otro banda, comentan cómo repartían la carne: “Sacábamos un pedazo de un cuerpo y lo repartíamos entre todos. Sacabas la piel, sacabas la carne, cortabas trocitos de carne y sacabas parejas de trocitos iguales y nadie se quejaba y estaba todo perfectamente”.
Por otra parte, Daniel afirma que ellos eran los únicos que sabían “qué cuerpos se habían usado”. “El resto no lo sabía. Es muy diverso asegurar que hoy se van a engullir a Pedro y mañana a Juan, a no retener a quién estás comiendo. Nunca lo preguntaron y nunca lo dijimos”, aclara.
Era mucho más realizable hacerlo con una persona que no conoces
Y frente a la pregunta de Évole de cuál era el criterio para nominar a quién se iban a engullir, ‘Fito’ le ha respondido que escogían a los que no conocían “o no eran muy cercanos a la mayoría“. “Era mucho más realizable hacerlo con una persona que no conoces que con un amigo que es cercano. Nos tocó una tarea asaz desagradable”, sostiene.
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